lunes, 26 de noviembre de 2012

Ejemplo de Pendejada Filosófica

Volviendo al tema de la gente que es bien pendeja, estaba pensando el otro día mientras descendía al centro de la tierra por los escalones de la línea 7 del metro, que nunca he escuchado autodenominarse como "pendejo" a las personas que considero bien pendejas. Sucede lo contrario con personas muy inteligentes y seguras de sus capacidades quienes se autopendejean a cada rato. Yo misma lo hago, y eso que soy bien pendeja.

¿Qué pedo con esas personas a las que les dices "pendejo" (en broma, de cuates, de cariño) e inmediatamente se te echan encima y te quieren poner tu chinga? ¿En qué radica esa fobia a que nos pendejeen?  ¿Por qué esa resistencia a ser pendejo? Si todos los seres humanos tenemos las mismas capacidades. 

A mi ver, si uno no ha sido aunque sea un poquito pendejo alguna vez en la vida, queda completamente excluido del privilegiado grupo de los que podemos usar el término "Pendejo". Porque, digo, ¿cómo vas a saber qué significa ser algo o qué características tiene, si no lo has experimentado en carne propia? ¿Cómo puedes ir por la vida juzgando a los demás, si tú mismo te has negado la oportunidad de pertenecer a algo? 
(Yo, por ejemplo, fui "darks". Me siento con toda la habilidad de reconocer en la calle a los que son darks, aunque no anden enredados en terciopelo negro y hasta a burlarme poquito de ellos... burlarme con cariño y respeto a sus ideas, ¡claro!)
Obvio, y por lo mismo, también he tenido que ser bien pendeja y luego superarme hasta llegar a ser una pendeja graciosa, según mi propia clasificación de las pendejadas (acá). Lo cierto es que ahora huelo, percibo y siento a la gente pendeja a metros de distancia. Pura investigación de campo, pues.

Como conclusión, creo que los que no toleran ser denominados "pendejo", son personas sumamente tristes y hay que darles un abrazo cuando los identifiques. Hay que enseñarles a reírse de sí mismos y tomarse la vida leve. Recuerden que para todo hay niveles y en esto, uno puede llegar a ser desde un pendejo muy brillante hasta un pendejo muy pendejo e incluso, llegar a ser presidente de México. La cosa es buscar superarse a sí mismo. 

Reza un frase que leí a los once años de edad: "Es más fácil aceptar ser pendejo que demostrar no serlo". Nunca se me olvidó. 

Y ya, vayan a quererse un rato. 

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