martes, 7 de septiembre de 2010

Mal hablar

Soy bien pinche mal hablada. Le digo puto al celular, le digo güey a la laptop, pendejeo a mi exnovios (bueno, eso es usual), los que me conocen no se molestan si les digo pinche o cabrón y no se toman muy en serio mis señas obscenas. No sé exactamente en qué momento comencé a adornar mi lenguaje con esas altisonantes palabras y mucho menos en dónde las aprendí. De una cosa sí estoy segura, en mi casa no fue. Digo, fuera es otra cosa pero viviendo en casa de mis padres, las "flores" de mi vocabulario tienen que moderarse un poco, por el respeto que le tengo a mi familia y por la educación que me han dado. De hecho pienso que mi hermana mayor está leyendo esto y sí, me da poquita vergüenza... ¡Hola hermana!

Sucede un extraño fenómeno con las "groserías" "malas palabras" "majaderías" "palabrooootas" "pendejadas"... no, esa no.... bueno, como les quieran llamar. Estando educados dentro de una sociedad en dónde todo tiene que ser correcto y formal no podemos estar exentos de que estas burdas palabras ensucien y desvaloricen nuestra imagen como personas. Siendo mujer, la empresa de poseer un vocabulario amplio y hablar fuerte se vuelve chingos de veces más difícil ya que en pleno siglo XXI hay hombrecillos que no pueden escuchar un "pinche" salir de la boca de una mujercita porque inmediatamente, ella se convierte en "de lo peor". O en otros casos aún más cardiacos, mujeres que se escandalizan cuando escuchan decir improperios a otras mujeres. Obviamente nunca falta aquel o aquella que critica ávidamente a los que usan estas palabras y se persigna cuando oye una y todo el pedo, pero hace cosas peores que eso.


Blogger me censura.


No sé si en sus inconscientes habilidades o cómo método de defensa personal hayan tomado alguna vez un diccionario para averiguar el significado y procedencia de las palabroooootas. Yo sí. A eso de los 11 años andaba buscando en el diccionario el significado de la palabra pendejo porque me llamaba mucho la atención que le metieran manotazos en la boca a los niños que la decían. Lo gratificante de esta anécdota es enterarlos a ustedes que esas palabras vienen en el diccionario y por lo tanto: SON PALABRAS. Así nada más, así de simple.
El problema con esas palabras es que se les ha dado un uso y/o connotación ofensiva. Por ejemplo un pinche no es más que un ayudante de cocina, pero nosotros nos hemos encargado de usar esta palabra como una forma peyorativa de referirnos a algo o alguien. Y de esta manera pasa a ser parte del Argot.
Luego esta esa cuestión de que la gente con vocabulario muy reducido sustituya palabras que no conoce o le da "hueva" usar (tipo "oshhuevamilwe") y abuse de nuestras amadas palabroooootas y las desvalorice.

Cuando puedo hablar fuerte lo hago y no falta el que me dice "Te oyes mal". Yo sólo sonrío. Tampoco soy tan inconsciente para no saber que hay lugares en los que tengo que moderar mi lenguaje. De hecho últimamente soy bastante moderada... espero que nadie invente un micrófono para los pensamientos.
Y debido a que pretendo ser escritora, tengo la necesidad de conocer ampliamente el lenguaje en todos sus ámbitos y formas. Qué mejor manera de conocerlo que practicarlo, además, así nos entendemos todos.

Y ya no mamen, a la chingada.




PURPLEJUICE, PURPLEJUICE, PURPLEJUICE!