lunes, 1 de marzo de 2010

ANTONIN ARTAUD

De todos los autores, mi favorito es Antonin Artaud. No son sus escritos o sus poemas lo que me causan gran fascinación, sino lo sombrío de su personalidad, lo transtornado de su mente y el misterio que rodea su vida. Sus constantes entradas y salidas del manicomio, la cantidad de cosas que tenía en su cabeza y la complejidad de ellas. Hace mucho leí un compendio de escritos de Artaud tomados de varias de sus obras y me llamaron la atención las cartas conyugales. La que voy a compartir fue la más difícil de asimilar. Hace pocos días la releí y comprendí ese sentir perfectamente... me dejó sumamente afectada.



SEGUNDA CARTA CONYUGAL

Necesito a mi lado una mujer sencilla y equilibrada, y cuya alma agitada y oscura no alimentara continuamente mi desesperación. Los últimos tiempos te veía siempre con un sentimiento de temor e incomodidad. Sé muy bien que tus inquietudes por mí son a causa de tu amor, pero es tu alma enferma y malformada como la mía la que exaspera esas inquietudes y te corrompe la sangre. No quiero seguir viviendo contigo bajo el miedo.

Agregaré que además necesito una mujer que sea mía exclusivamente, y quepueda encontrar en todo momento en mi casa. Estoy aturdido de soledad. Por la noche no puedo regresar a un cuarto solo sin tener a mi alcance ninguna de las comodidades de la vida. Me hace falta un hogar y lo necesito enseguida, y una mujer que se ocupe de mí permanentemente, incapaz como soy de ocuparme de nada, que se ocupe de mí hasta de lo más insignificante. Una artista como tú tiene
su vida y no puede hacer otra cosa. Todo lo que te digo es de una mezquindad atroz, pero es así. No es preciso siquiera que esa mujer sea hermosa, tampoco quiero que tenga una excesiva inteligencia, y menos aún que piense demasiado. Con que se apegue a mí es suficiente.

Pienso que sabrás reconocer la enorme franqueza con que te hablo y sabrás darme la siguiente prueba de tu inteligencia: comprender muy bien que todo lo que te digo no rebaja en nada la profunda ternura, y el indeclinable sentimiento de amor que te tengo y seguiré teniendo inalienablemente por ti, pero ese sentimiento no guarda ninguna relación con el devenir corriente de la vida. La vida es para vivirse. Son demasiadas las cosas que me unen a ti para que te pida que lo nuestro se rompa; sólo te pido que cambiemos nuestras relaciones, que cada uno se construya una vida diferente, pero que no nos desunirá más.


(Extraído del libro: El Pesa-Nervios, 1925)







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